Ana, la niña del violín
En una isla
Hugo es un hombre viejo y muy bueno. Toca el violín y vive en un pequeño pueblo pesquero en una isla.
Todos lo conocen y lo aprecian y lo respetan aunque él siempre se ha mantenido distante de todos.
Vive en las afueras del pueblo y no tiene amigos.
Muy temprano en la madrugada sale a pescar en su bote, solo.
Ya en mar abierto, después de lanzar sus redes al mar comienza a tocar su violín. Aunque no lo toca muy bien, lo toca con un sentimiento y una pasión que cautiva a todo aquel que llegara a escucharlo.
Después de tocar una pieza guarda su violín y se queda en silencio meditando, respirando por un largo tiempo, hasta que recoge las redes del mar.
De regreso a tierra firme lo espera su esposa.
Berenice, la hermosa mujer que lo ha acompañado por casi veinte años lo espera todos los días en el muelle justo antes de que el sol salga. Lo recibe con un café, pan con miel y un abrazo cálido y cariñoso.
No hablan, no dicen ni una sola palabra. Solo se aman con los ojos mientras el viejo come.
Al terminar, ella recoge el termo, lo besa en los labios y sin palabra alguna se sube a su bicicleta y se va.
Regresa a su casa, no sin antes, darle una última mirada a su esposo cerrándole los ojos como si lo abrazara mientras se aleja por el sendero.
El violinista guarda su pesca y la lleva en un triciclo al mercado. Se cuelga el violín a la espalda y comienza su camino.
Berenice llega a su pequeña cabaña donde la espera dormida su hija de nueve años... Ana.
Una hermosa niña, preciosa, con su cabello café obscuro largo y lacio, con ojos aceitunados y piel de bronce.
Abraza a su madre. Le da un beso... todo sin decir palabra.
La madre comienza a preparar el desayuno.
Ana va a su cama y saca debajo de esta una caja con un violín. Comienza a tocarlo... es sublime, maravillosa... es un ángel.
Su padre Hugo le enseño a tocar el violín desde muy pequeñita y a Ana es lo que mas le gusta hacer de todas las cosas del mundo.
Las cartas de amor
EL viejo pescador ha estado enviando cartas a las academias de música y conservatorios de la gran Ciudad. Con la ayuda del profesor de música de la escuela primaria del pueblo, a la que acude Ana, han enviado más de quinientas cartas solicitando una audición para que sea becada y poder así estudiar música.
El profesor de música sabe y está convencido que la niña es una genio con un talento único y sobresaliente que debe ser desarrollado. Siempre les ha dicho al viejo Hugo y a Berenice que su hija debe estar en el conservatorio de la gran ciudad. Que en la isla no va a poder desarrollar su enorme talento y que sería un verdadero desperdicio no llevarla a donde podrían enseñarle y triunfar.
Hugo siempre callado no muestra emoción alguna ante el profesor. Solamente se ha dedicado a hacer dos cosas al respecto: una, seguir enseñando a Ana y dos, enviar cartas a la gran ciudad secreta y consistentemente con gran perseverancia porque ama a su niñita.
No lloraría más
Así habían transcurrido los últimos tres años. La misma rutina, sin palabras, sin mostrar muchas emociones, pero con un inmenso amor y unión entre los tres.
Un día, mientras Berenice esperaba en el muelle al viejo Hugo, comenzó a notar que algo andaba mal. Nunca en tantos años el pescador se había demorado mas de un minuto.
Berenice sintió entonces que algo malo le había pasado a su amor. Lo sabía, no había duda. Cerró los ojos, respiró profundamente y las lágrimas llenaron sus ojos de dolor.
Corrió al muelle del pueblo a pedir ayuda y al llegar allí los demás pescadores rodeaban algo sobre la playa.
Al verla llegar todos callaron y uno de los pescadores, el más joven de ellos tomó el violín de Hugo de la balsa y se lo dio a Berenice en la mano. Le abrieron paso para que descubriera que Hugo yacía muerto dentro de su balsa.
Berenice no lloró más. No mostró emoción alguna. Comenzó a bajar la pesca de su amado para llevarla al mercado... todos se quedaron sorprendidos e inmóviles por unos segundos. De repente, todos comenzaron a ayudarle. Ella cargó lo que pudo en esas enormes canastas y comenzó a caminar hacia el mercado.
Los pescadores recogieron el resto de la pesca y caminaron detrás de ella. Cuatro pescadores levantaron el cuerpo del viejo Hugo y llevaban su cuerpo detrás de ella en lo que parecía un desfile de velorio improvisado.
La nueva viuda nunca más mostraría una señal de dolor, la última sería al regresar a su cabaña y ver a su hija Ana tocando el violín con ese don, con esa expresión... con ese amor.
Dejó que terminara de tocar esa bellísima pieza de Mendelson y cuando terminó le dijo:
-te amo Ana... Hugo también te amó, pero hoy ha muerto.
Ana se quedó muda y tampoco mostró expresión alguna, solo tomó su violín y continuó tocando.
Fue ahí cuando Berenice lloraría y lloraría la pérdida de su viejo amado Hugo y alguien la vería llorando por última vez.
Una caja llena de amor es descubierta
Trece días después Berenice descubrió que el viejo Hugo había ahorrado por años y había acumulado mucho dinero que guardó en una caja de madera en donde también guardaba partituras para el violín.
La caja tenía una leyenda grabada sobre la madera que decía: “para mi amor, mi luz, mi Ana”.
Berenice cerró la caja de un golpe y salió corriendo tempestivamente. Ana corrió detrás de su madre espantada gritando –¡mamá! ¡mamá! Con lágrimas en sus ojitos verdosos.
Su madre corría y corría sin voltear atrás. Ana trataba de alcanzarla desde lejos. Berenice llegó a la escuela, entró a uno de los salonese interrumpiendo al profesor de música le dijo mientras le mostraba las manos llenas de billetes:
-¡la tiene que llevar a la escuela de la gran ciudad!-
Todos callaron, se detuvo el tiempo... Ana alcanzó a escuchar y con muchas lágrimas lo unico que hizo fue cerrar sus ojos.
Despedida de Ana
Diez años después. Ciudad de México. Sala Nezahualcoyotl, ciudad universitaria. Domingo-Concierto del medio día.
Concierto Especial de Despedida
De la Violinista Solista
Orgullo de México
Ana Rey
Quien se integra como violín titular a la
Orquesta Sinfónica de Nueva York
Interpretará
Concierto No. 3 para violin y orquesta
De Ludwig Van Bethoveen
Bajo la dirección del
Maestro Lozano
Sentada en aquel muelle del viejo Hugo, Berenice ya con el cabello cano y aún más delgada que antes leía este programa que le había enviado Ana acompañada de una carta que decía:
“Mamá,
Por favor contesta mis cartas, eres mi madre. Por favor ven a mi concierto. Aquí encontrarás un cheque, boletos de transportación y todo lo necesario para que puedas venir.
Por favor contéstame. Te amo
P.S. Ya no me envíes más dinero y por favor cobra mis cheques
Ana”
La violinista le había escrito a su madre innumerables cartas por años diciéndole en todas ellas que quería regresar a la isla para estar con ella y ayudarle con la pesca.
La ultima carta de amor
Berenice, años atrás le escribió la última carta a Ana en la cual de decía:
“Hija, este ya no es tu lugar. Debes honrar a tu padre y a tu enorme talento. No pienses en mi ni en la isla. Enfoca tu amor, tu energía y tu fuerza a tu música... a ser la mejor.
Yo estaré siempre contigo en espíritu, pero debes concentrarte en tu música y en ser fuerte.
No te escribiré más Ana.
Te amo tanto como tu padre lo hizo, mi luz, mi amor... mi Ana”
Fin
Autor: Victor Hugo Rey
Cuento basado en un sueño del autor
Verano de 2008